El Blog de Mònica Cabrejos

Toda autobiografìa es ficcional y toda ficciòn es autobiogràfica. Por tanto; cualquier parecido con la realidad es coincididencia.

Saque usted sus propias conclusiones.

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viernes, 13 de diciembre de 2013

Amante amada o esposa engañada




LA TERCERA EN DISCORDIA

Existirá alguna mujer que disfrute de ser “la otra” en una relación. La amante, la trampa o la falsa; aquella parte oscura e impublicable en la vida de un hombre.  Siempre hasta antes de las diez de la noche, nunca de madrugada y si es algo urgente deberás mandar un mensaje en clave para evitar sospechas. Un amor a medio tiempo.

Hace algunos días presencie un evento desagradable. Frente a mí, dos mujeres discutían por el amor de un hombre, como si se tratase de un objeto, una le encaraba a la otra la propiedad del amante desleal.

Carla es agente de bienes raíces y gracias a sus excelentes contactos pronto abrirá su propia firma. Recién ha llegado a los 35, es atractiva físicamente y con una personalidad arrolladora, es capaz de convencerte en diez minutos de adquirir una deuda a pagar en 25 años. Imaginemos entonces su encanto.

La conocí hace algunos años cuando le renté un departamento y ella renunció a la comisión para abaratar los costos; pese a eso congeniamos y desde ese día nos frecuentamos esporádicamente, siempre y cuando sus ocupaciones y las mías lo permitan. 


Para no perder la costumbre quedamos en almorzar en un nuevo restaurante de pastas cerca a su oficina cuando fuimos sorprendidas por una dama reclamando lo suyo. La mujer con lágrimas ahogadas, reclamaba a gritos por el amor compartido de su esposo. Carla sin inmutarse (ni por el escándalo, la indiscreción o la inmoralidad) contestó con sospechosa frialdad. 
– Querida, reclámale a tu marido. Te casaste con él, no conmigo. Él es el infiel, yo soy soltera, hago lo que quiero y con quien quiero. Así que ahórrate la vergüenza y soluciona tus problemas en casa- dijo resuelta. 

La mujer solo atinó a gritarle sinvergüenza y se retiro desconcertada ante la inesperada respuesta. No pude aguantar mi desconcierto y pregunté -¿Qué carajo fue eso, tú conoces a esa mujer?- sonrojada por la vergüenza que le hacía falta a mi compañera. 

Respondió que era la esposa de su novio y que era un problema entre ellos; en ese mismo momento le marcó al móvil a “su novio” y le exigió darle solución a sus “asuntos maritales” sin inmiscuirla. Con el mismo desapego, con que le contestó a la mujer, siguió disfrutando del almuerzo.

Cuando trajeron el postre volví a la carga con el tema y fui directamente a la yugular de Carla con mi pregunta – ¿Porqué aceptas ser la amante de un hombre casado?-. 

-Por una sencilla razón querida, me llevó lo mejor de él y de la vida con él. Tengo la relación ideal; me consiente, complace y acompaña con más devoción que cualquier soltero. No pretendo que deje su familia, por el contrario si él fuese para mí a tiempo completo se arruinaría lo que tenemos.- dijo Carla sin el mínimo pudor.   

Cuando le increpé el hecho de haberse enamorado de la persona equivocada, me pidió hacer un alto para corregir y aclarar que ella no estaba enamorada de nadie, sólo disfrutaba del momento, del excelente sexo y de la generosidad de aquel hombre inquieto. Cada una de las partes obtiene lo mejor de la otra: él, una compañera incondicional sin complicaciones ni compromisos de ningún tipo (siempre dispuesta) y ella una (falsa) relación perfecta con un hombre a medio tiempo dispuesto a suplir sus ausencias con regalos y excelente sexo.


Me sorprendí al escuchar la versión moderna  y desprejuiciada del viejo cuento de “Estoy con ella por mis hijos”, en estos tiempos los hombres difícilmente mienten sobre su estado civil y su situación marital , pues saben que nosotras de antemano sabemos que cualquier promesa a larga data o pretexto desgastado (tipo me divorciare cuando mis hijos crezcan, si la dejo perderé a mis hijos, necesito tiempo para hacer las cosas bien, ella tiene una enfermedad mortal, perderé todo lo que he ganado con el divorcio, etc.) no lo creemos. Y aquellas quienes aceptan una mentira de estas, es porque en realidad “quieren creerse” el cuento.

Hay dos razones por las cuales una mujer acepta convertirse en “la otra” en una relación constituida: por plata y por soledad. En buena cuenta, se resume en NECESIDAD. Económica o emocional.  

Aquellas que lo hacen por dinero, poder o conveniencia, son oportunistas acostumbradas a tomar el camino más corto para llegar a la meta. Son las menos vulnerables emocionalmente y representan el mínimo peligro, ya que pronto encontrarán otro hombre más poderoso y adinerado. El cambio será inmediato.  

Quienes se involucran por una necesidad emocional tienen la situación más complicada pues buscan sexo, amor y atención para suplir sus carencias afectivas, recuperar su autoestima deteriorada en una anterior ruptura sentimental. Se aferran al hombre ajeno buscando validarse frente a otra mujer, compiten con ella y fantasean ganarle (quitándole a su hombre) sólo por el deseo inconsciente de rivalizar y ganar.  Se engañan a sí mismas y alimentan la ilusión de un amor imposible. Generalmente son las protagonistas de extraños triángulos amorosos, confunden su lugar y algunas suelen establecer vínculos sentimentales al punto de formar una segunda familia (en paralelo al matrimonio de él).  


Y finalmente están las del tipo de Carla, aquellas mujeres que disfrutan siendo amantes. “Soy amante y me gusta serlo” vocifera como si fuese una profesión, con normas establecidas y mérito alguno. Asegura que ella prefiere ser “La amante amada, que la esposa engañada”,  no arriesga nada en el camino y  la culpa la tiene el hombre por andar buscando otra mujer cuando ya está “felizmente casado”.  


Al despedirme, rogué porque nunca una mujer del tipo de Carla se entrometa en mi relación.   Reconozco que algunas mujeres con tanto cinismo, son más Putas que Santas.